martes, 14 de abril de 2009

Mariano José de Larra / Narrativa Romántica

Larra fue el escritor español que dio al artículo periodístico la categoría de género literario.
Además de dedicarse al periodismo, sin duda lo más representativo de su producción literaria,
escribió poesía, novela (El doncel de don Enrique el Doliente), teatro (No más mostrador, El arte
de conspirar, Macías) y tradujo vodeviles franceses ( comedia frívola y ligera de argumento basado
en intriga y equívocos, puede incluir números musicales y de variedades).


En 1828, con sólo 19 años, publica su primer periódico "El duende satírico del día". En 1832
publicará una nueva revista. "El pobrecito hablador". Al año siguiente comienza a colaborar en la
"Revista española", adoptando el seudónimo de Fígaro, con el que firmará una gran parte de sus
trabajos (otro seudónimo famoso suyo es El pobrecito hablador). Colaborará en otras publicaciones
como "El Español", "El Mundo" o "El redactor general".


De formación estrictamente neoclásica. Larra fue un hombre comprometido con la causa liberal.
Trató de poner en práctica su deseo de transformación de la sociedad a través de la política (fue
elegido diputado por Ávila), pero pronto se desangañó de ella. A esa decepción se unió el fracaso
de su matrimonio con Pepita Wetoret, con quien rompió en 1834, y de su relación amorosa con una
mujer casada: Dolores Armijo, de la que estuvo profundamente enamorado. Todo ello condujo a
Larra a una depresión que terminó en suicidio.


Los artículos periodísticos de Larra se pueden clasificar en tres grupos temáticos:

Artículos de costumbres: critican la sociedad de su tiempo. Sin embargo, el costumbrismo de
Larra es diferente al de otros cultivadores del género. No hay en ellos una simple intención
descriptiva y pintoresca apegada a la nostalgia del pasado; Larra no nos presenta los modos de vida,
las costumbres o los tipos populares con un tono más o menos gracioso que repasa con ojos
benevolentes lo tradicional y castizo, sino una defensa de la modernización del país, mostrando una
fuerte crítica social y una gran ironía. En definitiva. Larra no pretende describir sólo costumbres,
sino sobre todo reformarlas. Por ello aborda ciertos temas e ideas: critica la sociedad española por
su atraso y su ignorancia, rechaza un burdo casticismo (El castellano viejo), la pereza, la chapucería,
la despreocupación por el trabajo (Ventajas de las cosas a medio hacer), la burocracia de los
organismos oficiales (Vuelva usted mañana), aspectos concretos de la vida española (La caza.
Corrida de toros. El casarse pronto y mal...).

Artículos políticos: ataca duramente a los carlistas o "facciosos", partidarios del absolutismo,
pero también a los gobiernos liberales moderados, a los que critica su ineficacia, su indefinición, la
censura. Ejemplos de este grupo serían Nadie pase sin hablar al portero o Tres no son más que dos.

Artículos literarios: esencialmente son comentarios sobre diversas obras literarias. Interesan
sobre todo como testimonio de la literatura del momento y de la evolución de los gustos del autor.
Un ejemplo sería Literatura. Un lugar destacado merecen los dedicados a la crítica teatral. En ellos
Larra sobrepasa los límites del análisis del texto e incluye todos los detalles que forman parte de una
representación teatral concebida como un espectáculo que integra diversos códigos; así la mirada
de Larra se posa también sobre los decorados, la labor del director o la actuación de los actores.
Desde este punto de vista podemos decir que Larra inaugura la crítica teatral moderna.


El estilo de sus artículos responde a su carácter periodístico. Larra quiere convencer al público y para
ello utiliza un estilo directo y sin complicaciones, pero con un lenguaje muy cuidado. Para crear sus
artículos, recoge los datos de la sociedad, observando su funcionamiento, nutriéndose de anécdotas
o relatos de la vida cotidiana, que le sirven de ejemplos para las tesis que trata de demostrar.
Además, no sólo describe, sino que se implica en sus propios artículos (presencia del narrador,
técnica del monólogo), a veces convirtiéndose en una confesión personal, caso de los últimos
artículos de 1836: El día de difuntos. Horas de invierno, Los amantes de Teruel o Nochebuena. Así
mismo, sus artículos adoptan diversos tonos: ingenioso, divertido, amargo o angustiado, y pretende
llegar a una conclusión moralizante, crítica, educativa, siempre buscando reformar las costumbres.

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